viernes, 1 de marzo de 2013

Nació la contaminación y una ambientalista Elio Ríos Maracaibo 7 de mayo de 2012. Era la adultez de la vida, ya nuestro planeta, La Madre Tierra, ya no ardía por fuera. La corteza y el agua de la Madre Tierra eran pobladas por animales y vegetales. Sobre el Reino Mineral surgían los Reinos Animal y el Reino Vegetal. Una vez salió la capacidad de captar al sol, sus rayos y convertirlos en azúcar, en energía. No tardó en cundirse los mares de un desecho, era el oxígeno. Trascendió al aire, el oxígeno atmosférico pronto reaccionó consigo mismo y formó el azul del cielo, era el ozono. Saltaron los seres vivos al territorio emergido y diversificaron sus formas y algunos hasta regresaron al agua. Estaban los árboles y los animales jugando en el ambiente. La Madre Tierra se diversificaba: los mares y océanos tenían su diversidad, los campos, las montañas, las hondonadas, formaron los ecosistemas. Tenían ya una dirección, unas condiciones físicas y químicas y una serie de seres vivos, fluía la energía y la materia. Y supieron que el planeta tenía por encima del medio interno, unos medios sólidos, líquidos, gaseosos, tratando de ocuparlos. Todos juntos, todos los ecosistemas quisieron llamarse biósfera, porque eran parte de la Madre Tierra. Cada ecosistema brindaba la seguridad y limpieza a cada ser vivo. Todos y todas se alimentaban, jugaban con el sol, jugaban con la montaña, con el río, jugaban con el mar. Estaban en sus ciclos naturales, no pretendían ser o tener más de lo que había. A eso llamaron mundo, todo lo ordenado. Los vegetales y los animales, cambiaron con el paso de los años y llegaron a ser como hoy los vemos (Darwin nos dijo que eso era la evolución). Y los árboles salieron a jugar en los ecosistemas, los animales jugaban entre ellos y ellas. Pronto aparecerían otros seres vivos y seres vivas. Seríamos nosotros y nosotras, ¿cómo seríamos? Animales y árboles veían el pasar de los tiempos viviendo felices. Pasaron, los días, pasaron las eras, en montón, en millones de años. Árboles y animales vieron la niñez de un nuevo ser: ¡la humanidad había nacido hace menos de un millón de años…! Corrían entre los árboles, entre los animales (éstos si le corrían al percatarse porque les podían hacer daño), empujaban a los animales y tumbaban los árboles. Hurgaban todo, agarraban todo, se metían con todo. Se recogieron aparte los nuevos y las nuevas seres, la humanidad se separó de los árboles y los animales para dormir, para comer, para vivir. Solo se veían cerca cuando de ellos y ellas necesitaban para hacer cosas, para hacer comida. Ya había una separación clara: humanidad es humanidad, árboles y animales no son humanidad. La tristeza se adueñó de los árboles y los animales, todos y todas tristes se miraron y suspiraron. ¿Qué habrá pasado? Se preguntaban el resto de los seres vivos y las seres vivas. Pero, si respiran, si comen, si caminan, si se reúnen, son tan parecidos a nosotros y nosotras, ¿por qué no quieren vivir con nosotros y nosotras? La humanidad un día en su diaria exploración, se fue acercando al bosque en medio de una lluvia. Un rayo desde las nubes llegó al bosque y causó un incendio, el resplandor iluminó a la humanidad y les dio calor y les dio por buscar su origen. Un día jugaban con las piedras, las chocaban para probar su fuerza. Golpe a golpe una chispa salió y se les pareció al rayo. Árboles y animales se asustaron, sabían lo que hacía el fuego, sabían cómo se ahogaba con el humo. La humanidad siguió intentando buscando conquistar la chispa. Bailaban alrededor de quienes frotaban las piedras. Frotaron y chocaron las piedras una y otra vez, de arriba abajo, de derecha a izquierda. Intentaban dominar la chispa. La chispa saltaba y cayó en la yesca. La yesca estaba seca, tomó la energía y ardió entre los saltos de la humanidad. La yesca se quemaba y salía humo. El fuego iluminó los cuerpos de la humanidad y les dio calor. Brincaban y bailaban por su descubrimiento. Era la primera fogata, era la primera cocina y gritaron: ¡Hemos creado la contaminación atmosférica! Sea el humo nuestra herencia a todos los tiempos venideros para que el aire tenga nubes nuestras. Una niña de la humanidad le respondió: -¡No señor! Lucharemos por la naturaleza limpia y en armonía. Nació también una ambientalista. Desde entonces los niños, las niñas y adolescentes defiende al ambiente, crecen y se educan. Nunca dejaremos de ser niños, niñas o adolescentes para defender el ambiente.

No hay comentarios: